Pablo Cuevas llora. El tenista número 1 de Uruguay está en el centro de las miradas del Carrasco Lawn Tennis agradeciendo, micrófono en mano, el apoyo de las 1.500 personas que concurrieron este domingo al mediodía para alentar a los celestes por el Grupo 1 Americano de Copa Davis, pero tiene que dejar de hablar por la emoción.
Con una actuación decisiva del salteño, Uruguay acaba de derrotar 3-1 a República Dominicana y equipo que capitanea Enrique Pérez Cassarino queda a un playoffs, que jugará en marzo próximo, para acceder al Grupo Mundial (Mundial de tenis) que disputarán los 18 mejores países en 2020.
“Vivo esta Copa Davis como un evento que juego durante todo el año”, dice Cuevas y se detiene. El público aplaude y lo alienta: “Ole, ole, ole... Pablo, Pablo”, cantan.
El tenis uruguayo experimenta uno de los momentos más importantes de los últimos 25 años, y Pablo Cuevas, está bajo las luces que iluminan el triunfo. No es para menos. El salteño debutó en este certamen en 2004 y, tras haber participado en más de 20 ediciones, recién en 2020 podrá jugar un repechaje para avanzar a ese lugar al que nunca llegó la Asociación Uruguaya de Tenis: estar entre los 18 mejores equipos del mundo del tenis.
Pablo Cuevas llora. Estar en su lugar no es sencillo porque en este grupo uruguayo tiene un rol de referente que lo obliga a ganar los partidos. Todos los partidos, sin margen de error. Por esa razón, otra vez Pablo sacó adelante a Uruguay en Copa Davis ante República Dominicana este fin de semana en Montevideo y su actuación coloca a los celestes en el mismo lugar que en 1994, cuando Uruguay perdió ante Austria la posibilidad de acceder al grupo Mundial.
El rival de Uruguay para el repechaje al Grupo Mundial se conocerá en noviembre, después que culmine la última ronda de los mejores del mundo.
Por estas horas en las que el éxito atrapa la atención en el tenis uruguayo, los recuerdos de 2016 son un tesoro para los dirigentes. Hace tres años Uruguay perdió la categoría en la Copa Davis en Guatemala y tenían dos posibilidades: que los tenistas más jóvenes representaran a Uruguay o volver lo antes posible al lugar más alto. Eligieron la segunda opción y comenzó el proceso del retorno.
Primero con Marcel Felder, que jugó casi retirado para ascender al Grupo II. Luego se produjo la vuelta al Grupo I, en el que Pablo Cuevas se puso el equipo al hombro dejando de lado los torneos individuales y arriesgando su físico; y ahora, en 2019, Uruguay quedó a un playoffs de lo que para el tenis celeste se transformó en un sueño postergado: la elite del Grupo Mundial.
El futuro que motiva
Pablo Cuevas disfruta este logro con Uruguay, que para él significa “un montón”. En la tribuna el público disfrutó del partido.
Los gritos y aplausos continuaban con cada punto de Uruguay. Como también había palmas de aliento en algún traspié de la raqueta uno de Uruguay. Desde el banco uruguayo se comenzaba con el grito de “Soy celeste” que el público continuaba.
Marcelo Fillipini, el tenista que jugó en aquél partido de 1994, también lo alentaba desde la tribuna. “Confiá, dale”, le gritaba.
Los celestes jugarán la primera semana de marzo el partido de playoffs, pero los tenistas tendrán que esperar al sorteo para saber a qué rival enfrentará en el repechaje, y si será en calidad de local o visitante.
“Cada vez estoy más cerca de mi sueño personal y el de todo el equipo: el de poder jugar en el tenis grande. Vamos a prepararnos y a dar pelea el año que viene”, comentó Cuevas en un discurso improvisado al final del partido.
Fuente: elobservador.com.uy
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