miércoles, 24 de noviembre de 2010
LOS HERMANOS SEAN UNIDOS
El siguiente es un artículo publicado en los primeros días del corriente mes en la página de la ATP en español. En el mismo se hace referencia a los hermanos Cuevas y si bien no acostumbramos a colocar textos textuales de distintos sitios webs, este nos pareció bastante interesante ya que además de referirse al juego de Pablo y Martin cuenta con comentarios de ambos sobre sus respectivas personalidades y su relación.
Cada vez que puede, el uruguayo Pablo Cuevas y su hermano menor, Martín, cumplen el sueño familiar de jugar juntos al tenis profesional, tal como lo hicieron hace algunas semanas en el Challenger ATP Copa Petrobras disputado en Montevideo.
Una semana muy especial es que la vive cada año Pablo Cuevas durante la Copa Petrobras de Montevideo, el único torneo profesional de tenis que se disputa en Uruguay. El jugador de la ciudad de Salto no sólo tiene la oportunidad de competir en el Challenger ATP de su país, frente a sus familiares y amigos, sino que desde el año pasado lo hace allí junto a su hermano Martín, de 18 años, conocido como ‘Bebu’ por su entorno más cercano.
Ambos son personajes reconocidos y queridos en su tierra. Cada vez que se mezclan entre el público, camino al entrenamiento o después de sus partidos, reciben una palabra de aliento, una palmada de apoyo en la espalda, un saludo cordial. Por eso disfrutan cada vez que tienen la posibilidad de retribuir en la cancha todo el cariño de sus compatriotas.
En 2007, cuando tenía 21 años y su hermano 15, debutaron como dupla en un torneo Futuro en su país. Al año siguiente, el binomio hizo su estreno en el circuito Challenger ATP, en la etapa de Asunción de la Copa Petrobras. La temporada pasada, en la estación de Montevideo del mismo circuito, no sólo lograron su primer triunfo juntos, sino que además avanzaron hasta la final, cayendo ante el argentino Juan Pablo Brzezicki y el español David Marrero.
Tras repetir en septiembre pasado la experiencia en Szczecin, Polonia, donde lograron semifinales, no pudieron tomarse revancha en su país y debieron lamentar una caída en cuartos de final ante el mismo verdugo de 2009, Brzezicki, ahora junto a otro español, Santiago Ventura.
“El año pasado era la segunda vez que jugábamos este torneo y haber llegado a la final fue muy bueno. Él era muy chico (17 años) y obviamente que hubiésemos preferido ganar la final, pero quedamos contentos igual”, dice Pablo, ex campeón de dobles de Roland Garros.
Más allá de los resultados, nada les borra a ambos el buen sabor de boca que les dejó la experiencia en la capital uruguaya, más aún a Pablo, quien todo el año recorre el mundo tratando de afianzarse en el Top 100 y que acaba de finalizar la temporada en el No. 69 del Ranking ATP South African Airways-.
Instalado en el Carrasco Lawn Tennis de Montevideo, el ídolo local se confiesa: “Me gusta mucho estar acá, disfruto mucho jugar con mi gente, con mi familia y muchos amigos. Sin dudas que es una ocasión muy especial. Apenas arranca el año sé que existe esta semana en el calendario, así como también cuando juego la Copa Davis, que es un poco parecido”.
Dicha satisfacción se incrementó por haber jugado con Martín nuevamente, con quien estuvo tres semanas en Europa y con quien se reencuentra cada vez que les toca disputar la Copa Davis.
Para el menor de los hermanos la alegría es aún mayor por compartir con quien admira desde pequeño. “De chico seguía sus partidos por la computadora o por la televisión, por donde se pudiera. Siempre con mis padres estábamos pendientes, ansiosos, haciendo fuerza, esperando que ganara. Ahora él me enseña, me da consejos todo el tiempo y me pone muy contento que podamos jugar juntos”.
Y si el hermano está feliz, no es difícil imaginarse como lo viven sus padres cuando ambos saltan a la pista. “Bueno, yo hace rato que me fui de casa y él [Martín] hace no tanto. Mis padres cada vez más van sintiendo el hecho de estar solos en la casa y nos van a visitar a Buenos Aires cuando pueden. La verdad es que disfrutan mucho cuando nos ven jugar, tanto en singles como en dobles. Como dice ‘Bebu’, nos siguen por la computadora, por donde sea”.
Y aunque no han sido tantas opciones de formar dupla, una vez que se juntan no les cuesta mucho conectarse, no sólo por los lazos sanguíneos, sino también por una relación estrecha que mantienen más allá de la pista. “Me encanta jugar con él. Nos llevamos excelente fuera de la cancha. Lo poco que compartimos dentro lo hemos disfrutado un montón, así es que tenemos ganas de poder seguir jugando juntos cuando coincidamos en los torneos y no sólo para divertirnos, sino también con la expectativa de ganar todo lo que se pueda”, dice Pablo.
Quién sabe si tal vez puede repetir con su hermano la hazaña del 2008, cuando ganó el título de dobles de Roland Garros junto con el peruano Luis Horna, hoy retirado del circuito. Pese a ese tremendo logro, Pablo sigue enfocándose en los individuales, donde tiene como deuda pendiente ganar un título ATP World Tour: “Creo que he tenido buenas semanas, aunque no he logrado ganar un torneo aún, pero estoy cerca. Tuve dos torneos buenos en Viña del Mar llegando a semifinales (2008 y 2009), donde estuve cerca de ganarle a [Fernando] González. Después en Hamburgo 2009 también hice semifinales (l. Mathieu)”. Además, tras su pasó en la Copa Petrobras este año, se instaló entre los cuatro mejores de Moscú (l. Troicki) en octubre.
En un país tan futbolizado como Uruguay, que finalizó cuarto en la Copa del Mundo de la FIFA de este año en Sudáfrica, es difícil que un niño elija dedicarse a otro deporte. Sin embargo, los hermanos Cuevas decidieron ir contra la corriente. “Éramos los dos de estar todo el día haciendo cualquier tipo de deporte y nos tocó jugar al tenis. Después empezó a irme bien y decidí que era lo mío…. Al comienzo no tenía nada claro, pero ya a los 13 ó 14 años me decidí. Si apuntaba a ser profesional en un deporte, tenía que ir descartando los otros y ahí surgió lo del tenis”.
Para Martín fue casi lo mismo: “Hacía canotaje, basketball, fútbol y puede ser que por él [Pablo] haya seguido el tenis, pero sin dudas que es lo que más me gusta. También a los 15 años tomé la decisión de irme a vivir a Buenos Aires, Argentina, porque estaba decidido a ser profesional”.
De todas maneras, no se olvidan del fútbol y lo siguen igual, aunque con distinta intensidad. Pablo sin tanta pasión con su hermano, aunque con algo más de interés cuando juega el equipo nacional, como ocurrió durante la pasada Copa del Mundo de Sudáfrica. Hay un pequeño problema: Martín es fanático de Peñarol y Pablo de Nacional, los archirivales del fútbol uruguayo.
El mayor de los Cuevas siempre le está dando consejos a su hermano, que recién parte en su intento por ganarse un lugar en el competitivo mundo del tenis profesional: “Hablamos bastante, ya que nos llevamos muy bien, entonces puedo darle todos los consejos que creo le pueden servir. Ahora le diría algo simple, como que sepa que el momento en que está es de aprendizaje y que tiene que despreocuparse un poco de los puntos, de ganar partidos. Debe creer en su potencia, ya que trabajando van a venir todos los frutos”.
Martín agradece sus palabras y le devuelve la mano. “Quiero ser bueno, pero no busco compararme con él, aunque pretendo tomar todos los consejos que mi hermano me da”.
Con el impulso de jugar en Montevideo, la sociedad Cuevas & Cuevas cruzó a Argentina para disputar la tercera etapa de la Copa Petrobras y, aunque la incursión sólo llegó hasta primera ronda, seguramente otra vez sacaron cuentas alegres por haber podido extender el tiempo juntos sobre la pista. Para ellos, esto recién comienza y ya vendrá la oportunidad de concentrarse en los triunfos.
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